jueves, 2 de abril de 2009

Raúl Ricardo Alfonsín


Desde el día de ayer he querido meditar (pensar) en lo que llegó a significar la figura de Raúl Ricardo Alfonsín para todos los argentinos pero siempre se me han mezclado los sentimientos....

Será, tal vez, que los que han ido a despedirlo a su casa en su departamento, donde falleció junto a su familia, los que marcharon y esperaron a las puertas del Congreso Nacional también han sentido la misma turbación y desorientación que experimenté en mi propia carne...


Políticamente no encuentro un líder nato, representativo de la mayoría, con tan altos valores éticos, con corrección política, con una visión republicana y con tanto respeto por las instituciones. No, realmente no lo encuentro, no lo avizoro siquiera y esto es lo grave de la situación en la que se encuentra la clase política dirigente y el destino de esta Nación que surgió para ser “grande” y hoy se encuentra empobrecida, desangrada por conflictos internos inútiles que nos retrotraen a las luchas entre unitarios y federales, que hoy se encuentra sin rumbo, orientada por los intereses personales y mezquinos de los dirigentes de turno, con la gente gritando a viva voz su descreimiento de la función política, con un Senado que no es otra cosa que una Escribanía de intereses privados y rapaces… Esta Argentina, cuyo nombre representa a la Plata no es mas que barro…


Personalmente yo contaba con apenas ocho años cuando sucedió aquella gesta del ´83, yo no alcanzaba a comprender esa alegría desenfrenada que se había desatado por las calles, no entendía por qué la gente se apilaba en la plaza de aquella pequeña ciudad que habitaba… A pesar de mi desorientación y de tantos cuestionamientos que subían a mi cabeza y que no comprendía del todo poseía una tranquilidad, estaba sereno porque esos gritos y desenfrenos eran de esperanza. Una esperanza infundida por un hombre, una esperanza que llegaba luego del terror de los años previos, una esperanza que inspiraba una nueva confianza en la institucionalidad, una esperanza sin mentiras, una esperanza que emanaba de un hombre probo, una esperanza que surgía con fuerzas desde las entrañas de un ser que se preocupaba por su polis…


Esa esperanza se va diluyendo en mi interior, la quiero aferrar, quiero decirle que todavía hay hombres que son capaces de inspirarla pero ella me repite una y otra vez, incesante, ya no quedan políticos… ha muerto el último de ellos…


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