miércoles, 19 de agosto de 2009

Cambios en los Modelos Teóricos encargados de la Transmisión de la Gramática


Cuando cursaba la escuela secundaria, la manera de enseñar el componente gramatical sintáctico eclipsaba los demás, luego lo seguía, en menor proporción, el componente fonológico- reglas ortográficas[1].

Actividades que recuerdo haber realizado en aquella época eran las clásicas “separar en sujeto[2] y predicado”, “identificar y señalar el objeto directo del verbo de tales oraciones[3]”, “identificar el objeto indirecto de dichas oraciones”[4], “escribir todos los adverbios de las oraciones siguientes y separarlos en columnas de lugar, tiempo, cantidad, modo…”

Realizaré un sucinto resumen de cómo han ido cambiando en la escuela los modelos teóricos encargados de la transmisión de la gramática.

Hasta la primera mitad del siglo pasado, el modelo teórico imperante era el denominado “tradicional”, la cual estaba marcada por un profundo sentimiento normativista. El tema de estudio básico de este modelo es la palabra y su clasificación para evitar que fuese corrompida por el habla de todos los días.

A partir de los años 50 comienzan a gestarse otros dos sistemas profundamente distintos de la gramática tradicional, la gramática estructuralista y la gramática generativa. La primera representada en la Escuela de Praga y la segunda por Noam Chomsky.

Aquí no vamos a responder a la pregunta “¿es necesario enseñar gramática hoy, en las escuelas?”, ya que creemos que su propio peso la derrumba. De todas maneras, diremos, que en efecto, la gramática mejora las habilidades metalingüísticas y de competencia comunicativa de un sujeto.

Si bien es cierto que en una época estuvimos inmersos en la normativa, en la otra lo estuvimos con los análisis estériles y memorísticos. De todas formas, se pasó a otro período en donde la lingüística textual ocupó el lugar de gramática y, una vez más, todo se colmó con análisis y clasificaciones, definiciones e identificaciones.

Es indudable que una visión global bien establecida grita la necesidad de un dominio gramatical para la correcta comprensión de los fenómenos textuales. Pero ¿cómo encaramos esa enseñanza de la gramática para que el alumno adquiera habilidades metalingüísticas y competencia comunicativa? Ese es el QUID de la cuestión.

Lo que busca proponerse hoy es la concepción de la gramática como un instrumento cultural que permita al estudiante la reflexión sobre el lenguaje. Las tesis socioculturales del desarrollo proponen que el alumno alcance el dominio de la herramienta bajo la supervisión de un adulto o un par más experimentado. En el caso de la gramática, para que haya una verdadera internalización y poder utilizar por sí mismo ese instrumento, es preciso que haya primero una interacción.

Hoy ya no se discute sobre el saber inconsciente sobre la gramática (gramática generativa), hoy se discute cómo la escuela puede hacer factible que ese conocimiento intuitivo se haga explícito y reflexivo. Decimos explícito y reflexivo no solo porque está inundado de tesis socioculturales sino para no caer en el error del estructuralismo que llevó a un mecanismo de representación del análisis sintáctico, a la mera identificación de elementos sin razón y a las clasificaciones exhaustivas para memorizar.

La mayoría de los autores, hoy, propone un momento de reflexión gramatical aislados de situaciones de producción y otro momento en dónde se muestre cómo incorporar esa gramática reflexiva en las prácticas de lectura y escritura.



[1] Por ejemplo: “se escribe doble r (rr) cuando va entre vocales (barril)”, “se escribe r después de las consonantes n, l, s (Enrique)”

[2] Para identificar el sujeto había que realizarse una pregunta sencilla: “¿qué o quién realiza la acción?”

[3] Nos habían enseñado una regla básica para encontrar el OD: “a qué, quién o quienes afecta el verbo principal”.

[4] Recuerdo otra regla para su fácil identificación: “¿A qué, quién o quiénes afecta la acción del verbo indirectamente?”

domingo, 26 de julio de 2009

"Poder y usos de la escritura" y la reestructuración de la conciencia

Vamos a partir comenzando con dos frases:


“…la escritura compite desfavorablemente con otros códigos y medios de comunicación, fundamentalmente los audiovisuales”[1].

“…la función primaria de la comunicación escrita es la de facilitar la esclavitud. El empleo de la escritura con fines desinteresados para obtener de ella satisfacciones intelectuales y estéticas es un resultado secundario, y más aún cuando no se reduce a un medio para reforzar, justificar o disimular el otro[2]

Walter Ong parte de la idea de la escritura como una tecnología, como algo no-natural (lo natural es, en este caso, la palabra hablada). Pero al hablar de la escritura como tecnología, no la degrada, sino que la encumbre, para Ong también, esta tecnología se vuelve natural en los seres humanos mejorando su vida, enriqueciendo su psique o intensificando su vida interior[3]. Pero esta visión contrasta con la segunda frase, la de Lévi-Strauss. Para el antropólogo la escritura no es más que una dominación, de qué?, de las culturas que basan su vida en una tradición oral. Esta dominación de la escritura también es recogida por Michéle Petit al hablar sobre los tabués que debe romper el lector en su intimidad con el libro para liberarse de ellos. Para la gente del campo, la vida trascurría mejor sin la lectura “alienante”.

Borges decía que el verdadero oficio de los monarcas era construir fortificaciones e incendiar bibliotecas[4]. Sin duda que la escritura estuvo controlada, muchas veces, por los poderosos de turno y por ello el tabú o el miedo de someterse a esa práctica se extendió y se sigue extendiendo hacia las clases pobres del mundo.

Según Ong, por siglos, la mayor parte de la humanidad fue ágrafa, y en los pueblos con escritura, la mayor parte de la población era analfabeta. Los sistemas escritos, surgidos por motivos políticos

y administrativos, eran manejados por minoritarias élites educadas, generalmente asociadas a los poderes (religiosos y/o políticos) de turno. Leer y escribir era a la vez un lujo y una bendición. Los escribas eran estimados, y su instrucción los dotaba de un considerable reconocimiento social y económico. La posesión de productos escritos -libros, códices, manuscritos- era otro lujo difícil de alcanzar por clases y grupos sociales de medianos o escasos recursos. De esta manera, las civilizaciones que no “entraron” al mundo de la escritura fueron consideradas de segunda categoría- lo mismo sucede hoy con las clases sociales más bajas ya sea porque no pueden o, lo que es peor, no los dejan ingresar al mundo “cultural” de la escritura[5]

En este sentido la escritura es poderosa y de los poderosos porque ha estado siempre representada por los conquistadores, los ricos, los fuertes. Pero también en otro sentido es poderosa, según Ong, puesto que traslada el habla a un nuevo mundo, el de la vista sensorial, transformando el mundo y el pensamiento[6]. El mundo, luego de la invención de la escritura ya no fue nunca igual.

Por otra parte, Pennac, se pregunta por qué se ha perdido interés en la lectura. Si se parte de la base de la presentación del texto escrito como lo plantea Ong, por qué la gente rehúye de la lectura, si enriquece la psique o si intensifica la vida interior, por qué no se lee?. Es cierto que hoy se prefieren otras tecnologías, más rápidas, más veloces, más estruendosas, más “visibles” que exigen menos desgaste intelectual, menos imaginación porque lo brindan todo[7] y no están asociadas a un centro de “poder” como lo es la escuela. Hoy se escapa de la lectura porque ella recuerda las imposiciones de los maestros que tanto molestaron en la infancia y la juventud[8]. Pero esta cultura de lo electrónico y lo audiovisual no han sido los únicos culpables, para Pennac, de que la gente deje de leer, tampoco es suficiente echarle la culpa a la institución que enseñó a volcar sobre la hoja los pensamientos y el habla. No, en definitiva se trata de un miedo a la interioridad, en este punto coincide con Petit.

De todos modos, no se debe olvidar que, según la perspectiva de Ong, éstas tecnologías que parecen desplazar a pasos agigantados a los hombres de los libros son una especie de oralidad secundaria. La escritura está experimentando el miedo que experimentaron aquellos griegos de cultura oral con el advenimiento de la grafía[9].

Pennac, además, sostiene que el desprecio hacia la lectura se debe también a que la misma ha perdido sus raíces en la oralidad- en este punto la compara con los cuentos de la infancia y con prácticas literarias practicadas por unos pocos docentes. El autor francés sostiene que para revertir esta situación que viven los libros, no basta con escribirlos, no basta con leerlos en la interioridad, no alcanza con leerlos en voz alta, hay que gritarlos[10].



[1] ALVARADO, MAITE et al.Problemas de enseñanza de la Lengua y la Literatura”. Carpeta de Trabajo. Universidad Nacional de Quilmes. Bernal, 2000.

[2] LÈVI-STRAUSS, CLAUDE. “Tristes Trópicos”. Paidós. Buenos Aires, 1988. Cf. También: ALVARADO, MAITE. Op. Cit.

[3] ONG, WALTER. “Oralidad y escritura”. Fondo de Cultura Económica. México, 1993.

[4] PETIT, MICHÈLE. “Nuevos acercamientos a los jóvenes y a la lectura”. FCE. México, 1999.

[5] Cf. PETIT, MICHÈLE. Op. Cit.

[6] Cf. ONG, WALTER. Op. Cit.

[7] Cf. PENNAC, DANIEL. Como una novela”. Norma. Bogotá, 2004.

[8] Cf. PENNAC, DANIEL. Op. Cit.

[9] Véase: PLATÓN, “Fedro”. Versión digital [fecha de consulta 25 de julio de 2009]. p. 36. Disponible en: http://www.docentes.unal.edu.co/lcsanchezc/docs/Fedro%20(PlatOn).pdf

[10] Cf. PENNAC, DANIEL. Op. Cit.

jueves, 2 de abril de 2009

El Político, El Legado


Se reproduce el mismísimo discurso pronunciado por EL POLÍTICO con ocasión del busto que se inauguró en la Casa Rosada el 1º de Octubre del 2008.


Las presentes palabras son su legado para toda la clase dirigente argentina y para todos los que habitamos este suelo:


“De todos los honores y privilegios que la vida me ha dado…jamás hubiera imaginado acceder a éste que se me concede, el de presenciar la inauguración de un monumento de mi persona. No lo hubiera imaginado, no lo hubiera permitido. Del mismo modo, tal cual rechacé invitaciones anteriores, en la actual circunstancia, desde luego que no interpreto que se realiza un homenaje a mi persona, sino a la democracia que logramos los argentinos.


“Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. ‘Sigan a ideas, no sigan a hombres’, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.


“Si los contamos, todavía encontraremos seguramente más presidentes de facto que presidentes elegidos por el pueblo. Esto es lo que notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto.


“Son las certidumbres que debemos evocar y a las que debemos rendir homenaje en estos 25 años que estamos cumpliendo de joven pero incompleta democracia. La democracia que tenemos es nuestra casa común; el hábitat y las normas que nos deben permitir desarrollar nuestras vidas más plenamente como individuos y familias, como sociedad y como pueblo que aspira a ser una nación. Veinticinco años después, nos toca mejorarla, fortalecer sus capacidades transformadoras y dar contenido real a la igualdad de oportunidades asegurando y expandiendo nuestras libertades.


Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas.


“La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los gobiernos, la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad. La democracia es previsible, y esa previsibilidad indica la existencia de un orden mucho más profundo que aquel asentado sobre el miedo o el silencio de los ciudadanos. La previsibilidad de la democracia implica elaboración y diálogo que no excluirá, sin duda, tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura que nutrirán al estilo republicano triunfante ya en el país.


La democracia no se establece sólo a través del sufragio ni vive solamente en los partidos políticos. Sin la conciencia de la unión nacional, sostuvimos, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos.


“Sabíamos que la tarea exigiría tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energía encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, pero teníamos una ventaja: la experiencia nos había enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos terminó perjudicándose. También habíamos aprendido que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios terminan favoreciendo los intereses del privilegio.


Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la nación y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera. Habíamos aprendido que existían fuerzas poderosas que no querían la democracia en la Argentina. Sabíamos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, planteaba una lucha por el poder en la que no podíamos ni debíamos bajar los brazos, una lucha que teníamos que librar y en la que teníamos que triunfar.


“Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos.


“No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.


Toda mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y fortalecer el gobierno de la ley, para que la ley y el Estado de Derecho estuvieran separados de cualquier personalismo. Nuestro país tuvo un talón de Aquiles: no podíamos garantizar la alternancia democrática del gobierno. El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya sujetos democráticos, porque sólo así pueden sobrevivir a sus gobernantes. Y lo bueno de las instituciones democráticas es que no necesitan efigies que las presidan, ni estatuas que les den su investidura. Pero si en algún rincón de sus edificios públicos es posible evocar a aquellos hombres y mujeres que las han presidido o que contribuyeron a defenderlas y ponerlas en movimiento al servicio de la sociedad, bienvenido sea”.


Alfonsín y Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada


Nota Bene: El subrayado, negrita y color son nuestros.

Raúl Ricardo Alfonsín


Desde el día de ayer he querido meditar (pensar) en lo que llegó a significar la figura de Raúl Ricardo Alfonsín para todos los argentinos pero siempre se me han mezclado los sentimientos....

Será, tal vez, que los que han ido a despedirlo a su casa en su departamento, donde falleció junto a su familia, los que marcharon y esperaron a las puertas del Congreso Nacional también han sentido la misma turbación y desorientación que experimenté en mi propia carne...


Políticamente no encuentro un líder nato, representativo de la mayoría, con tan altos valores éticos, con corrección política, con una visión republicana y con tanto respeto por las instituciones. No, realmente no lo encuentro, no lo avizoro siquiera y esto es lo grave de la situación en la que se encuentra la clase política dirigente y el destino de esta Nación que surgió para ser “grande” y hoy se encuentra empobrecida, desangrada por conflictos internos inútiles que nos retrotraen a las luchas entre unitarios y federales, que hoy se encuentra sin rumbo, orientada por los intereses personales y mezquinos de los dirigentes de turno, con la gente gritando a viva voz su descreimiento de la función política, con un Senado que no es otra cosa que una Escribanía de intereses privados y rapaces… Esta Argentina, cuyo nombre representa a la Plata no es mas que barro…


Personalmente yo contaba con apenas ocho años cuando sucedió aquella gesta del ´83, yo no alcanzaba a comprender esa alegría desenfrenada que se había desatado por las calles, no entendía por qué la gente se apilaba en la plaza de aquella pequeña ciudad que habitaba… A pesar de mi desorientación y de tantos cuestionamientos que subían a mi cabeza y que no comprendía del todo poseía una tranquilidad, estaba sereno porque esos gritos y desenfrenos eran de esperanza. Una esperanza infundida por un hombre, una esperanza que llegaba luego del terror de los años previos, una esperanza que inspiraba una nueva confianza en la institucionalidad, una esperanza sin mentiras, una esperanza que emanaba de un hombre probo, una esperanza que surgía con fuerzas desde las entrañas de un ser que se preocupaba por su polis…


Esa esperanza se va diluyendo en mi interior, la quiero aferrar, quiero decirle que todavía hay hombres que son capaces de inspirarla pero ella me repite una y otra vez, incesante, ya no quedan políticos… ha muerto el último de ellos…