jueves, 2 de abril de 2009

El Político, El Legado


Se reproduce el mismísimo discurso pronunciado por EL POLÍTICO con ocasión del busto que se inauguró en la Casa Rosada el 1º de Octubre del 2008.


Las presentes palabras son su legado para toda la clase dirigente argentina y para todos los que habitamos este suelo:


“De todos los honores y privilegios que la vida me ha dado…jamás hubiera imaginado acceder a éste que se me concede, el de presenciar la inauguración de un monumento de mi persona. No lo hubiera imaginado, no lo hubiera permitido. Del mismo modo, tal cual rechacé invitaciones anteriores, en la actual circunstancia, desde luego que no interpreto que se realiza un homenaje a mi persona, sino a la democracia que logramos los argentinos.


“Siempre creí y así lo dije en tantas oportunidades que es la misión de los dirigentes y de los líderes plantear ideas y proyectos evitando la autoreferencialidad y el personalismo; orientar y abrir caminos, generar consensos, convocar al emprendimiento colectivo, sumar inteligencias y voluntades, asumir con responsabilidad la carga de las decisiones. ‘Sigan a ideas, no sigan a hombres’, fue y es siempre mi mensaje a los jóvenes. Los hombres pasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva a la política democrática.


“Si los contamos, todavía encontraremos seguramente más presidentes de facto que presidentes elegidos por el pueblo. Esto es lo que notablemente ha cambiado a partir de 1983; no hubo ni habrá aquí más presidentes de facto.


“Son las certidumbres que debemos evocar y a las que debemos rendir homenaje en estos 25 años que estamos cumpliendo de joven pero incompleta democracia. La democracia que tenemos es nuestra casa común; el hábitat y las normas que nos deben permitir desarrollar nuestras vidas más plenamente como individuos y familias, como sociedad y como pueblo que aspira a ser una nación. Veinticinco años después, nos toca mejorarla, fortalecer sus capacidades transformadoras y dar contenido real a la igualdad de oportunidades asegurando y expandiendo nuestras libertades.


Democracia es vigencia de la libertad y los derechos pero también existencia de igualdad de oportunidades y distribución equitativa de la riqueza, los beneficios y las cargas sociales: tenemos libertad pero nos falta la igualdad. Tenemos una democracia real, tangible, pero coja e incompleta y, por lo tanto, insatisfactoria: es una democracia que no ha cumplido aún con algunos de sus principios fundamentales, que no ha construido aún un piso sólido que albergue e incluya a los desamparados y excluidos. Y no ha podido, tampoco aún, a través del tiempo y de distintos gobiernos construir puentes firmes que atraviesen la dramática fractura social provocada por la aplicación e imposición de modelos socioeconómicos insolidarios y políticas regresivas.


“La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y sectores sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de vida. Es pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los gobiernos, la renovación de los partidos y la transformación progresiva de la sociedad. La democracia es previsible, y esa previsibilidad indica la existencia de un orden mucho más profundo que aquel asentado sobre el miedo o el silencio de los ciudadanos. La previsibilidad de la democracia implica elaboración y diálogo que no excluirá, sin duda, tempestuosos debates y agrios enfrentamientos de coyuntura que nutrirán al estilo republicano triunfante ya en el país.


La democracia no se establece sólo a través del sufragio ni vive solamente en los partidos políticos. Sin la conciencia de la unión nacional, sostuvimos, será imposible la consolidación de la democracia; sin solidaridad, la democracia perderá sus verdaderos contenidos. Esta llama debe prender en el corazón de cada ciudadano, que debe sentirse llamado antes a los actos de amor que al ejercicio de los resentimientos.


“Sabíamos que la tarea exigiría tiempo, esfuerzos, sacrificios, claridad de ideas y una gran energía encauzada por un preciso sentido de la prudencia y el equilibrio, pero teníamos una ventaja: la experiencia nos había enseñado que, cada vez que perdimos la democracia, la inmensa mayoría de los argentinos terminó perjudicándose. También habíamos aprendido que los que estimulan la impaciencia para proponer la intolerancia y la violencia como remedios terminan favoreciendo los intereses del privilegio.


Aprendimos que cuando el pueblo no decide sobre el gobierno, la nación y el pueblo quedan desguarnecidos frente a los intereses de adentro y de afuera. Habíamos aprendido que existían fuerzas poderosas que no querían la democracia en la Argentina. Sabíamos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar el gobierno de acuerdo con los principios de la Constitución, planteaba una lucha por el poder en la que no podíamos ni debíamos bajar los brazos, una lucha que teníamos que librar y en la que teníamos que triunfar.


“Hoy todavía hay rastros de ese canibalismo político que ha teñido la práctica política. La política implica diferencias, existencia de adversarios políticos, esto es totalmente cierto. Pero la política no es solamente conflicto, también es construcción. Y la democracia necesita más especialistas en el arte de la asociación política. Los partidos políticos son excelentes mediadores entre la sociedad, los intereses sectoriales y el Estado y desde esa perspectiva hemos señalado que lo que más nos preocupa es el debilitamiento de los partidos políticos y la dificultad para construir un sistema de partidos moderno que permita sostener consensos básicos.


“No será posible resistir la cantidad de presiones que estamos sufriendo y sufriremos, si no hay una generalizada voluntad nacional al servicio de lo que debieran ser las más importantes políticas de Estado expresada en la existencia de partidos políticos claros y distintos, renovados y fuertes, representativos de las corrientes de opinión que se expresan en nuestra sociedad.


Toda mi actividad política buscó fortalecer la autonomía de las instituciones democráticas y fortalecer el gobierno de la ley, para que la ley y el Estado de Derecho estuvieran separados de cualquier personalismo. Nuestro país tuvo un talón de Aquiles: no podíamos garantizar la alternancia democrática del gobierno. El objetivo de toda mi vida ha sido que los hombres y mujeres que habitamos este suelo podamos vivir, amar, trabajar y morir en democracia. Para ello era y es necesario que además de instituciones democráticas haya sujetos democráticos, porque sólo así pueden sobrevivir a sus gobernantes. Y lo bueno de las instituciones democráticas es que no necesitan efigies que las presidan, ni estatuas que les den su investidura. Pero si en algún rincón de sus edificios públicos es posible evocar a aquellos hombres y mujeres que las han presidido o que contribuyeron a defenderlas y ponerlas en movimiento al servicio de la sociedad, bienvenido sea”.


Alfonsín y Cristina Fernández de Kirchner en la Casa Rosada


Nota Bene: El subrayado, negrita y color son nuestros.

Raúl Ricardo Alfonsín


Desde el día de ayer he querido meditar (pensar) en lo que llegó a significar la figura de Raúl Ricardo Alfonsín para todos los argentinos pero siempre se me han mezclado los sentimientos....

Será, tal vez, que los que han ido a despedirlo a su casa en su departamento, donde falleció junto a su familia, los que marcharon y esperaron a las puertas del Congreso Nacional también han sentido la misma turbación y desorientación que experimenté en mi propia carne...


Políticamente no encuentro un líder nato, representativo de la mayoría, con tan altos valores éticos, con corrección política, con una visión republicana y con tanto respeto por las instituciones. No, realmente no lo encuentro, no lo avizoro siquiera y esto es lo grave de la situación en la que se encuentra la clase política dirigente y el destino de esta Nación que surgió para ser “grande” y hoy se encuentra empobrecida, desangrada por conflictos internos inútiles que nos retrotraen a las luchas entre unitarios y federales, que hoy se encuentra sin rumbo, orientada por los intereses personales y mezquinos de los dirigentes de turno, con la gente gritando a viva voz su descreimiento de la función política, con un Senado que no es otra cosa que una Escribanía de intereses privados y rapaces… Esta Argentina, cuyo nombre representa a la Plata no es mas que barro…


Personalmente yo contaba con apenas ocho años cuando sucedió aquella gesta del ´83, yo no alcanzaba a comprender esa alegría desenfrenada que se había desatado por las calles, no entendía por qué la gente se apilaba en la plaza de aquella pequeña ciudad que habitaba… A pesar de mi desorientación y de tantos cuestionamientos que subían a mi cabeza y que no comprendía del todo poseía una tranquilidad, estaba sereno porque esos gritos y desenfrenos eran de esperanza. Una esperanza infundida por un hombre, una esperanza que llegaba luego del terror de los años previos, una esperanza que inspiraba una nueva confianza en la institucionalidad, una esperanza sin mentiras, una esperanza que emanaba de un hombre probo, una esperanza que surgía con fuerzas desde las entrañas de un ser que se preocupaba por su polis…


Esa esperanza se va diluyendo en mi interior, la quiero aferrar, quiero decirle que todavía hay hombres que son capaces de inspirarla pero ella me repite una y otra vez, incesante, ya no quedan políticos… ha muerto el último de ellos…